Solange – A Seat at the Table: el álbum que necesitábamos (sin saberlo) en tres puntos

Indudablemente, Solange fue una de las mayores sorpresas musicales del año. Su último álbum lanzado a finales de septiembre, A Seat at the Table, es una obra maestra, es la refrescante desnudez en medio de la superficialidad social y mediática.

Hay tres puntos que me gustarían destacar brevemente sobre este álbum conformado por 21 piezas:

  • EL SONIDO:

El primer mensaje que recibimos al explorar un álbum es, aunque caiga en lo obvio, la música en sí, los sonidos. Solange se embarca en un viaje sonoro fascinante por ritmos de R&B contemporáneo y de soul . Hay melodías con arreglos sencillos, bellamente construidas, como la preciosa «Rise» cuyos coros de voces nos hacen flotar en un pacífico océano nocturno mientras esperamos a que el amanecer llegue. Todo el álbum sigue esta línea de tranquilidad atmosférica (incluso en los interludios) pero aumenta en intensidad en canciones como «Cranes in the Sky»,«Weary» o «Don’t Touch My Hair». Hay principios funky con la bailable «Junie», y canciones de aires ochenteros como «Don’t Wait For Me», y un poco experimentales como «Don’t Wish Me Well». Un caleidoscopio sonoro cautivador: así es el sonido de Solange.

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Portada de A Seat at the Table

  • LAS LETRAS:

A un nivel lírico el trabajo de Solange es como la verdad: cruda, pura, desenfrenada y, principalmente, necesaria. Letras poderosas como «Weary» que hablan del sacrificio y la crítica a las injusticias sociales provocadas por simples mortales con complejo de reyes (But you know that a king is only a man/ With flesh and bones, he bleeds just like you do), el llamado al empoderamiento y la autonomía en la alegórica «Dont Touch My Hair» (Don’t touch my hair/ When it’s the feelings I wear) o el intento de olvidar, sin victoria, el sufrimiento y el rechazo con cosas superfluas como en «Cranes in the Sky» (I tried to keep myself busy/ I ran around in circles/ Think I made myself dizzy/ I slept it away, I sexed it away/ I read it away).

Los interludios son una parte crucial del álbum. Muchas de las letras están inspiradas en estos pequeños pero valiosos testimonios. Por ejemplo, la canción «Mad» no sería la misma sin el interludio «Dad was Mad», que narra el racismo que Matthew, padre de Solange, sufrió de joven (And seeing all of those parents, and also KKK members having signs and throwing cans at us, spitting at us). No entenderíamos el enojo de la comunidad afroestadounidense sin esa dura anécdota, lo cual nos lleva al último punto:

  • EL MENSAJE Y LA PROTESTA:

El interludio más poderoso es «Tina Taugh Me», la voz de la madre de Solange suena apasionada y llagada por la sinceridad: «It’s such beauty in black people, and it really saddens me when we’re not allowed to express that pride in being black, and that if you do, then it’s considered anti-white. No! You just pro-black. And that’s okay. The two don’t go together». Los Estados Unidos es un país con un grave historial de racismo hacia la comunidad afrodescendiente. Es por eso que el mensaje y la protesta de Solange, su intención por visibilizar la brutalidad y discriminación a las que están sometidas las personas afroestadounidenses son no solo valientes, sino, y como lo mencioné anteriormente, necesarios.

A Seat at the Table habla del empoderamiento, de la lucha y la resistencia, del amor propio, de la autoaceptación y del sacrificio por el otro social. ¡Una causa noble, una odisea casi imposible que Solange logró en 51 minutos! Lo interesante es que Solange canalizó sus sentimientos de una manera universal, es decir; la interpretación y acogida de este álbum no solo se limita a las personas afroestadounidenses (o a las personas afroamericanas en el continente y a las afrodescendientes en el mundo) sino también a cualquier tipo de persona que sufra y esté comprometida por y con la lucha contra la injusticia en todas sus expresiones como podría ser una mujer que busca lograr su autonomía corporal (I’m gonna look for my body, yeah / I’ll be back real soon, «Weary»)

La gloria está en ti, te dice Solange a través de Master P, su amigo de infancia, y en cualquiera que sea nuestra lucha debemos recordar que nosotros y nosotras somos los elegidos y las elegidas… Y todos y todas merecemos un asiento en la mesa.

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